un niño impacienta el curso de las emboscadas
huele a carne a menos brasa que de costumbre a castillos
a empeños de arena contra algas cascotes pintura
de barcos naufragados o piel de hombres sumergidos
así envenenan con su osadía los sueldos fijos la tragedia
años después de ese proyecto de adulto primer abismo
sueña qué pudo ser de todo si el mar hubiera retrocedido
un centímetro apenas no admitió el error de su padre,
aquel que todo lo puede cómo no logró salvarse de lo oscuro.
ese niño mira hacia abajo con la duda de si el sol ya se puso
o el crepúsculo tiende el golpe sobre su espalda atrayéndolo.