Y Disneyworld no volverá a soltar palomas


la risa de la casa de la pradera muestra un niño con dulces

la mirada por encima de su destino el campo el sol ardiente

las muchachas sobre los asientos acolchados los halcones

suben por la espalda de mis aceras nocturnas con calma

húmeda con la serenidad enloquecida de la policía

con sus impermeables azules el día del primer beso

inocente perfidia sin senos el torso fino.